DEACON TOM ANTHONY

Sunday, March 1, 2015






THE SECOND SUNDAY OF LENT
Leemos en la Sagrada Escritura como Dios ordenó a Abraham que llevar a su hijo y sacrificarlo como ofrenda de holocausto para demostrar su obediencia a Dios. Un ángel entonces intercedió para evitar cualquier daño venir a Isaac. Hay un paralelo definitiva entre este evento y nuestra propia historia de salvación. Dios, a causa de su amor por nosotros, ofreció a su único hijo como una ofrenda de sacrificio para nosotros para demostrar su amor por nosotros. Nadie le impidió hacerlo. Nadie intercedió antes de que ocurriera este evento. Jesús obedeció a su padre, tomó su cruz, y viajó a través de su pasión a su crucifixión.

Se nos insta a meditar sobre esta decisión de forma continua y explorar la forma en que es el fundamento de toda nuestra relación con Dios. Es donde debe comenzar la relación. Mientras luchamos para entender a Dios y permitirle a nuestras vidas este sacrificio tiene que ser toda nuestra atención. Debe ser un reflejo de nuestra obediencia y amor. Por su ejemplo podemos trabajar para estar más cerca de Dios. No es sólo una historia, sino un evento que ocurrió para demostrar la relación perfecta que podemos tener con nuestro creador.
 
La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo es lo que la Cuaresma se trata. Se nos ha dado la oportunidad de ofrecer nuestro propio sacrificio a Jesús y entrar en una experiencia espiritual. Se nos anima a sentir lo que sentía y entender el amor que él tiene para nosotros más plenamente. A continuación, podemos encontrar los puntos débiles de la relación que hemos creado a través de nuestra naturaleza pecaminosa. Estas debilidades pueden ser reparados a través del trabajo duro y los ajustes. Sabiendo que Jesús camina con nosotros a través de nuestra pasión personal nos puede dar la fuerza adicional que necesitamos como nos encontramos cara a cara con nuestros defectos y de corto idas. Nuestras vidas pueden transformarse completamente en estos cortos cuarenta días de intensa reflexión y la contemplación.

 
Dios le dio todo lo que nos de la vida a todo el universo. Él nos dio más dejando a decidir por nosotros mismos si amarlo o rechazarlo. Y cuando esto no fuera suficiente se ofreció a su único hijo. Sin embargo, todavía lo dudamos. Todavía lo rechazamos; negándole la oportunidad de amarnos. Nosotros despreciamos sus avances y sus súplicas y elegimos a distorsionar todo para adaptarse a nuestros propios deseos y búsquedas. En realidad nos cuestionamos su autenticidad y compromiso con nosotros; elegir cuándo y dónde vamos a abrazarlo en todo caso.
 
Sin embargo, él sigue siendo nuestro mayor defensor. Él es de hecho siempre con nosotros. El que nos dio todo, incluyendo la vida de su hijo. Se hace claramente evidente que a través de esta decisión que seguramente no nos negaría nada. Una vez que permitimos que esto para definir nuestra fe verdaderamente podemos experimentar una comprensión más profunda de lo que esta relación con Dios que realmente significa para nosotros.

Diácono Tom

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