DEACON TOM ANTHONY

Tuesday, September 22, 2015



Lectura sugerida: Sab 02:12, 17-20
                                   Jas 3: 16-4: 3
Reconocer y comprometiéndonos con la forma de vida cristiana nos abre a nuevas experiencias y una nueva manera de ver las cosas. Es la perspectiva cristiana, A través de ella, estamos unidos con Dios y su creación que nos rodea. Estaremos contemplamos de manera diferente y juzgados de manera diferente a los demás. Siempre habrá alguien esperando para criticarnos. Vamos a ser examinadas por lo que decimos y lo que hacemos. Nuestras acciones son juzgadas por una norma diferente y más injustamente. Pero esto no es necesariamente una mala cosa. Cuando reclamamos nuestro derecho de nacimiento como hijos de Dios y profesamos Cristo Crucificado estamos de pie en contra de todo lo que la sociedad representa. Reconocemos a Jesucristo como nuestro Salvador y nuestro Dios. Hemos entregado todo a él y tratar de vivir nuestras vidas por las enseñanzas de la Sagrada Escritura y la Santa Madre Iglesia. Cristo es nuestra luz y nuestra salvación. A través de ese reconocimiento nos convertimos en la Luz del Mundo, mostrando una mejor manera, una maravillosa manera de experimentar este mundo. De esta manera es a través de la espiritualidad, la adoración y la oración.

Lo que la sociedad tiene que ofrece es algo diferente. Si bien hemos levantado nuestra espiritualidad y hemos nutrido, están aquellos que han abrazado los aspectos materialistas de la creación; poniendo más importancia a lo que el origen espiritual que es Dios. Por lo tanto una guerra inconsciente comienza: una guerra entre la carne y el espíritu. Pablo nos dice que la carne y el espíritu no son compatibles, por lo que o bien la carne domina el espíritu o el espíritu domina la carne. Si ejercitamos nuestro espíritu y fortalecer, puede romper con la carne y llevar la mente con él. Aquí, podemos ser resucitados a mayores alturas de la conciencia, sintiendo cosas que nunca éramos capaces de sentir antes. Desde nuestros primeros años, se nos enseña los cinco sentidos: tacto, gusto, oído, vista y el sentido del olfato. Sin embargo, hay mucho más. Cuando éstos son en realidad sometidos, un nuevo mundo y una nueva vida se revela. Hay mucho más de lo puramente físico. La física nos esclaviza y nos muestra sólo lo que está directamente delante de nosotros; que nos dice que lo que vemos es la verdad última. Pero, ¿es? Como cristianos, desafiamos esta misma idea y se atreven a ir más allá de los límites que se establecen ante nosotros. Creemos que hay mucho más que eso y se atreven a buscar más allá de lo puramente material. Decidimos unirnos al creador.

Las Sagradas Escrituras nos dicen que habrá mucho sufrimiento, pero, a través de ese sufrimiento, seremos capaces de lograr un mayor conocimiento de nosotros mismos y de la presencia de Dios que nos ama tanto. Tristeza, finalmente, dará paso a la alegría. Cuando sufrimos con Dios que siempre nos llevará a través y entonces nada se mantendrá, pero el amor que él tiene para nosotros. A través del sufrimiento que ganamos una comprensión cada vez más clara de esto. Está sufriendo con un propósito y nunca dura para siempre.


Diácono To
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