MIS HERMANOS Y HERMANAS,
Jesucristo viene a nosotros ante todo, como un edredón en nuestro tiempo de necesidad. Es en momentos de crisis en el que podemos ser más receptivos a su presencia y son más propensos a escuchar a él. A partir de ahí, podemos explorar aún más nuestra relación con Él; partiendo de la base que se ajusta en el momento de nuestra concepción. Confiar en Jesús es difícil a veces. Desde el principio, se nos enseña a centrarse en nuestros cinco sentidos sin tener en cuenta lo que no podemos ver. Lo irónico es que Jesucristo puede verse por todas partes aunque sólo tomamos el tiempo para contemplarlo. Él está constantemente llamando a nosotros que lo amemos y que constantemente tiene que sentir que estamos siendo atraídos a algo más grande que nosotros mismos. Algo que más grande es Jesucristo.
Aprender acerca de nuestra fe es parte de vivir nuestra fe. Hacemos un montón de esto a través de la lectura de la Sagrada Escritura. Dentro de estas páginas son innumerables testimonios de la experiencia de Cristo. Leemos acerca de las curaciones, la gente levantó de los muertos, y aquellos que vivieron una experiencia de conversión. A través de estas narraciones se nos anima a experimentar exactamente lo mismo a través de nuestra propia historia de salvación. Nuestros narraciones no son menos importantes que los que nos precedieron. Jesús nos dice esto mismo. Todos somos Sus hijos y son igualmente importantes y queridos. Nuestra narración personal nunca debe ser olvidado. Debemos reflexionar diariamente en donde hemos ido y hacia dónde vamos. Esta ruta debe ser visto con emoción, no con frustración. Cada día es un nuevo día y con él viene posibilidades ilimitadas. La presente es la clave para la felicidad eterna.
Cuando nos encontramos caminando con Jesucristo, y de nuestros fracasos se pueden definir como éxitos. Esto se debe a que podemos reflexionar acerca de dónde podemos haber estado a la altura y pedir a Jesús la fuerza para superar lo que nos duele más. A través de Jesucristo que no están etiquetados por nuestros fracasos o éxitos, sólo por nuestra relación con él. Todos estamos enfermos y necesitados de la medicina. Él es la medicina. Tenemos una opción definitiva ya sea para ser juzgado por una sociedad que basa el valor de un ser humano en una escala materialista o ser juzgado por alguien que nos ama con abandono. Jesucristo quiere curarnos de todas nuestras enfermedades. Él no quiere vernos sufrir.
Jesucristo se mueve a la compasión por el sufrimiento. Él no quiere que seamos, en el estado en que estamos separados de Él. El sufrimiento y el dolor puede conducir a un encuentro con Él en el que podemos encontrar alivio. Se levantó la viuda del hijo de Nain de los muertos no porque él sintió pena por el hijo. Se sentía compasión por la viuda que fue dejado solo. Se podría argumentar que el hijo no tardaría en entrar en el reino de Dios. ¿Por qué iba a querer volver? Era la viuda que Jesús quiso consolarlo. Este Evangelio historia demuestra a lo largo Jesús irá a traernos comodidad. Sólo tenemos que estar dispuestos a recibirlo.
Tom Deacon
Jesucristo viene a nosotros ante todo, como un edredón en nuestro tiempo de necesidad. Es en momentos de crisis en el que podemos ser más receptivos a su presencia y son más propensos a escuchar a él. A partir de ahí, podemos explorar aún más nuestra relación con Él; partiendo de la base que se ajusta en el momento de nuestra concepción. Confiar en Jesús es difícil a veces. Desde el principio, se nos enseña a centrarse en nuestros cinco sentidos sin tener en cuenta lo que no podemos ver. Lo irónico es que Jesucristo puede verse por todas partes aunque sólo tomamos el tiempo para contemplarlo. Él está constantemente llamando a nosotros que lo amemos y que constantemente tiene que sentir que estamos siendo atraídos a algo más grande que nosotros mismos. Algo que más grande es Jesucristo.
Aprender acerca de nuestra fe es parte de vivir nuestra fe. Hacemos un montón de esto a través de la lectura de la Sagrada Escritura. Dentro de estas páginas son innumerables testimonios de la experiencia de Cristo. Leemos acerca de las curaciones, la gente levantó de los muertos, y aquellos que vivieron una experiencia de conversión. A través de estas narraciones se nos anima a experimentar exactamente lo mismo a través de nuestra propia historia de salvación. Nuestros narraciones no son menos importantes que los que nos precedieron. Jesús nos dice esto mismo. Todos somos Sus hijos y son igualmente importantes y queridos. Nuestra narración personal nunca debe ser olvidado. Debemos reflexionar diariamente en donde hemos ido y hacia dónde vamos. Esta ruta debe ser visto con emoción, no con frustración. Cada día es un nuevo día y con él viene posibilidades ilimitadas. La presente es la clave para la felicidad eterna.
Cuando nos encontramos caminando con Jesucristo, y de nuestros fracasos se pueden definir como éxitos. Esto se debe a que podemos reflexionar acerca de dónde podemos haber estado a la altura y pedir a Jesús la fuerza para superar lo que nos duele más. A través de Jesucristo que no están etiquetados por nuestros fracasos o éxitos, sólo por nuestra relación con él. Todos estamos enfermos y necesitados de la medicina. Él es la medicina. Tenemos una opción definitiva ya sea para ser juzgado por una sociedad que basa el valor de un ser humano en una escala materialista o ser juzgado por alguien que nos ama con abandono. Jesucristo quiere curarnos de todas nuestras enfermedades. Él no quiere vernos sufrir.
Jesucristo se mueve a la compasión por el sufrimiento. Él no quiere que seamos, en el estado en que estamos separados de Él. El sufrimiento y el dolor puede conducir a un encuentro con Él en el que podemos encontrar alivio. Se levantó la viuda del hijo de Nain de los muertos no porque él sintió pena por el hijo. Se sentía compasión por la viuda que fue dejado solo. Se podría argumentar que el hijo no tardaría en entrar en el reino de Dios. ¿Por qué iba a querer volver? Era la viuda que Jesús quiso consolarlo. Este Evangelio historia demuestra a lo largo Jesús irá a traernos comodidad. Sólo tenemos que estar dispuestos a recibirlo.
Tom Deacon
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