DEACON TOM ANTHONY

Saturday, October 27, 2018






XXX Domingo ordinario
Leccionario: 149

Primera lectura

Jer 31, 7-9
Esto dice el Señor:
"Griten de alegría por Jacob,
regocíjense por el mejor de los pueblos;
proclamen, alaben y digan:
'El Señor ha salvado a su pueblo,
al grupo de los sobrevivientes de Israel'.

He aquí que yo los hago volver del país del norte
y los congrego desde los confines de la tierra.
Entre ellos vienen el ciego y el cojo,
la mujer encinta y la que acaba de dar a luz.

Retorna una gran multitud;
vienen llorando, pero yo los consolaré y los guiaré;
los llevaré a torrentes de agua
por un camino llano en el que no tropezarán.
Porque yo soy para Israel un padre
y Efraín es mi primogénito".


Salmo Responsorial

Salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio,
creíamos soñar;
entonces no cesaba de reír nuestra boca
ni se cansaba entonces la lengua de cantar.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Aun los mismos paganos con asombro decían:
"¡Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor!"
Y estábamos alegres,
pues ha hecho grandes cosas por su pueblo el Señor.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Como cambian los ríos la suerte del desierto,
cambia también ahora nuestra suerte, Señor,
y entre gritos de júbilo
cosecharán aquellos que siembran con dolor.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Al ir, iba llorando, cargando la semilla;
al regresar, cantando vendrán con sus gavillas.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.

Segunda lectura

Heb 5, 1-6

Hermanos: Todo sumo sacerdote es un hombre escogido entre los hombres y está constituido para intervenir en favor de ellos ante Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. Por eso, así como debe ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo, debe ofrecerlos también por los suyos propios.

Nadie puede apropiarse ese honor, sino sólo aquel que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. De igual manera, Cristo no se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote; se la otorgó quien le había dicho: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. O como dice otro pasaje de la Escritura: Tú eres sacerdote eterno, como Melquisedec.


Aclamación antes del Evangelio

Cfr 2 Tim 1, 10
R. Aleluya, aleluya.
Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido la muerte
y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio.
R. Aleluya.


Evangelio

Mc 10, 46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!" Muchos lo reprendían para que se callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!".

Jesús se detuvo entonces y dijo: "Llámenlo". Y llamaron al ciego, diciéndole: "¡Ánimo! Levántate, porque él te llama". El ciego tiró su manto; de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces le dijo Jesús: "¿Qué quieres que haga por ti?" El ciego le contestó: "Maestro, que pueda ver". Jesús le dijo: "Vete; tu fe te ha salvado". Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino.


MIS HERMANOS Y HERMANAS,

 
Todos debemos tener coraje y avanzar proclamando que Jesucristo es nuestro Señor y salvador. La forma en que abordemos nuestra fe y nuestra relación con Jesucristo impactará la influencia que Él tendrá sobre nosotros. Si mantenemos a Jesús en el centro de nuestros pensamientos, Él también será central en la determinación de nuestros éxitos y alegrías experimentados en esta vida. Nuestros pensamientos realmente determinan nuestras vidas. Una vida con Jesús nos lleva a una mayor conciencia del mundo que nos rodea y cómo nos encontramos en la historia de salvación del universo.

La lectura del Evangelio de hoy, donde Jesús cura al ciego llamado Bartimeo, nos da una idea de cómo podemos comenzar a acercarnos a nuestra relación con Jesús. Bartimeo sabía poco acerca de quién era Jesús realmente. Estaba ciego físicamente pero también ciego ante el hecho de la verdadera divinidad de Jesús. Él reconoció a Jesús como el Mesías, pero no mucho más allá de ese hecho fue realmente conocido. No había una relación o entendimiento íntimo entre los dos, pero fue suficiente para lograr la curación de Bartimeo. Sus ojos se abrieron y se le reveló más. De la misma manera, simplemente estamos abiertos al concepto de Jesús y dispuestos a buscar una relación con Él para lograr resultados inmediatos en cómo nos sentimos y cómo percibimos las cosas. Estamos orientados en una nueva dirección, en la dirección correcta, y es desde allí que podemos comenzar a vivir nuestras vidas de la manera que Jesús pretendía.

Santa Madre Teresa hablaba a menudo sobre las pequeñas cosas y las pequeñas acciones en la vida que, en última instancia, tienen grandes consecuencias. Con demasiada frecuencia nos sentimos tentados a ver las cosas en una escala más grande mientras nos perdemos los detalles íntimos que realmente hacen que la vida valga la pena. Cuando nos acercamos a Jesucristo, nuestras vidas se ven impactadas de inmediato y empezamos a cambiar. Estos cambios tienen la posibilidad de pasar desapercibidos porque nos distrae el panorama general. Los pequeños pasos y las pequeñas transformaciones que ocurren dentro de nosotros debido a la presencia de Jesús son muy importantes y siempre llevan a cosas más grandes. Siempre debe comenzar con una simple elección y reconocimiento de quién es Jesús en realidad. Es desde allí que cada pequeño esfuerzo y ajuste produce más y más resultados.

Dios hace grandes promesas y tiene la capacidad de cumplirlas. Él siempre tiene nuestros mejores intereses en mente. Esto no puede ser olvidado. Él quiere restaurarnos a nuestra grandeza anterior que estaba destinada a nosotros incluso antes de que naciéramos. Fuimos nosotros los que corrompimos esta intención y visión al negarnos a tomar en consideración lo que Él quería para nosotros y en su lugar buscaron lo que queríamos. Cuanto más lo perseguíamos, más nos alejábamos de Él: el que nos ama por completo. Aún así, Él nos llama y nos invita a amarlo. Necesitamos preguntarnos por qué seguimos resistiendo el amor supremo que es Dios mismo.

Nos ponemos en peligro de destrucción al centrarnos solo en nosotros mismos y no en Jesús. Jesús está aquí entre nosotros únicamente para nuestro beneficio y no para el suyo. Dios nos presentó a Jesús y lo sacrificó para que podamos sanarnos de todas nuestras heridas autoinfligidas y comenzar de nuevo en esta vida y en la siguiente. Un nuevo día trae una nueva creación en nosotros. Con Jesús no seremos la misma persona que fuimos ayer y, nuevamente, seremos diferentes mañana. La revelación constante trae consigo cambios constantes y nuevas experiencias. Con Jesús todo esto es positivo. No hay negativo. Él quiere tomar todos nuestros pecados y tirarlos. Él quiere consolarnos y experimentar nuestro dolor con nosotros. Él quiere amarnos.

Es hora de gritar y dar ese primer paso hacia un mundo nuevo con nuestros ojos abiertos y nuestros corazones rendidos a Jesús.

Diácono tom


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