"Ser hacedores
de la palabra y no tan solamente oidores solamente, engañándoos a vosotros
mismos."
Esta declaración de
la Carta de Santiago define nuestra fe en acción. No podemos experimentar una
relación plena con Jesucristo a menos dejamos que su presencia afecta a
nuestras acciones y toma de decisiones diaria. Nuestras expresiones externas
deben ser un reflejo de nuestra espiritualidad interior. A través de este
llegamos a ser la presencia de Cristo a aquellos a los que nos relacionamos con
sobre una base diaria. Reaccionando a Jesucristo siempre traerá resultados
positivos y es nuestro deber cristiano para asegurar que este estado de
bienestar se extendió por todo el mundo. Cada uno de nosotros, como
representantes del Camino Cristiano, tienen que dirigir todas nuestras acciones
y decisiones en torno a la influencia que Jesús tiene en nuestras vidas.
Debemos reaccionar ante esta presencia y permitir que Jesús haga su trabajo sin
ningún tipo de influencia negativa de nosotros mismos. Esto puede hacer sentir
incómodos a veces, pero que es cuando tenemos que desafiarnos a nosotros mismos
a confiar en Jesús aún más.
Sociedad nos enseña
a ser egoísta, pensar en nosotros mismos, ante todo, mientras que Cristo quiere
que seamos desinteresado. Aquí es donde se encuentra las batallas espirituales:
La guerra entre la carne y el Espíritu. ¿Queremos que nuestra espiritualidad
nos transforme en algo más grande que somos o lo que queremos de la existencia
física de dictar nuestras acciones que nos llevarán a la desolación y la
desesperanza? Cuando dejamos que nuestra espiritualidad influye en nuestras
acciones físicas, nuestra relación con Jesucristo se completa. Llegamos a ser
unidos con Cristo y no hay lucha por el dominio. Lo que viene adelante son
frutos de nuestra fe. Las cosas que hacemos en reacción a esto siempre va a
producir resultados positivos y exitosos. No tenemos que preocuparnos por el
fracaso o la tribulación cuando estamos haciendo las cosas en el nombre de
Jesucristo.
Jesús nos dice que
lo que contamina vienen de dentro. Esto sirve como una advertencia para
nosotros que tenemos la capacidad de hacer mucho bien, pero, al mismo tiempo,
nosotros somos los que pueden aportar la misma cantidad de la maldad y la
degradación en el mundo sobre la base de lo que decimos y hacemos. Cada vez que
tomamos una decisión, por pequeño que sea, que nos lleva a una encrucijada.
Tenemos el desafío de tomar una decisión que traerá frutos del Espíritu, o que
va a dar a luz la oscuridad y la putrefacción. Todos poseemos un gran poder y
el potencial para la grandeza. Cuanto más reconocemos esto, más que podemos
hacer en el Nombre de Jesucristo.
Diácono Tom
Diácono Tom
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