DEACON TOM ANTHONY
Thursday, October 1, 2015
Sugerencias de lectura: Números 11: 25-29
Esta no era la intención de Dios y lo que está ocurriendo es directamente en contra de las enseñanzas de Jesucristo. Estar con Dios y aceptar a Jesucristo como nuestro Salvador no nos da derecho a ANT privilegio especial en relación con otras personas que están emprendiendo su propio camino de fe. Dios no quiere que nos permite comparar y contrastar la situación de otras personas sobre la base de nuestras percepciones en comparación a donde estamos en nuestras propias vidas. Todos somos iguales ante los ojos de Dios, y él nos ama todo lo mismo. Fue a través de su gran amor por nosotros que estamos aquí y poder vivir la experiencia de la creación. Deberíamos considerarnos afortunados de que nos hemos sentido la presencia del amor de Dios, aceptado a Jesús como nuestro Salvador, y debe orar por aquellos que aún no han realizado plenamente su primogenitura. Estas oraciones deben ser las de amor y compasión en lugar de la ira o el juicio. El juicio es responsabilidad exclusiva de Dios. No somos dioses. Nosotros somos sus hijos.
La capacidad de la humanidad para distorsionar la Palabra de Dios es fascinante. En lugar de celebrar el amor de Dios que somos más propensos a utilizar como arma y en realidad dividir algo que debe abarcar fácilmente a todos ya todo; con lo que toda la creación más juntos y uno con su creador. Experimentar el amor de Dios debe ser una celebración y un reflejo de quién es en relación a nosotros. Debemos ser como Cristo en el trabajo que hacemos y en las relaciones que fomentamos mientras disfruta de nuestra existencia. No podemos rechazar o condenar. No podemos elevarnos hacia arriba mientras la disminución de los que nos rodean.
Todos debemos usar nuestra experiencia de Cristo para influir en todos aquellos en que interactuamos con acercarlos a Cristo y exponerlos a la luz de Cristo que brilla en todos nosotros. Para estar más cerca de Dios, debemos vaciarnos de todo prejuicio y la idea preconcebida, dejando que nuestra inocencia interior que de la de un niño, brille a través. Es entonces que compartimos nosotros en esto, estado de indefensión de amor como un ejemplo para los que nos rodean. Llegamos a ser inocente y transformamos nuestros hermanos y hermanas en ese mismo estado. Luego, juntos, experimentamos Jesucristo.
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