DEACON TOM ANTHONY

Sunday, May 24, 2015






Lectura sugerida: 1 Corintios capítulo 12

  Nuestra fe y relación con Jesucristo puede ser muy agradable. Habrá cosas que vamos a compartir con Jesús que no será compartida con ninguna otra persona. Puede ser la relación más íntima que jamás tendremos ya través de ella nuestras vidas puede ser transformada. Nuestras experiencias se enfrentará a nuevos significados cuando los ponemos en la perspectiva de Jesucristo; caminando con él al tiempo que reconoce su presencia. Pero cuando todos vamos hacia adelante en este camino de la vida, todo caminando con Jesús y hacia ese objetivo final de la salvación se crea de forma natural una comunidad. La comunidad empieza primero con familiares y amigos y rápidamente va más allá de implicar lugares de culto, el trabajo y el juego. Desde allí se llega al mundo y al universo como todos están unidos entre sí por que uno de los factores que nos hace iguales y lo mismo: todos somos hijos de Dios y hacemos el Cuerpo Vivo de Nuestro Señor Jesucristo.

Es a través de esta relación que somos capaces de relacionarse con todo el mundo independientemente de su origen, la educación, o las diferencias culturales. La comunidad de nuestro derecho de nacimiento y el reconocimiento de Dios es suficiente para superar estos obstáculos. Se trata de una más alta conciencia y propósito que puede conducir a todos nosotros. La presencia de Jesucristo es suficiente para romper cualquier barrera que se ha planteado a través de nuestra humanidad y para fines egoístas. Estamos unidos; sólo es Satanás que nos divide.

La división es una palabra negativa. Esto indica que hay una separación debido a las diferencias que no se pueden superar. Cuando hay una división, las diferencias son lo que se destacó y no un factor común que representaría la unidad. Es la diferencia que se convierte en la característica definitoria. Jesucristo no quiere ser definido por las diferencias. Todos somos sus hijos y por medio de él recibimos la salvación. Él no ama a las personas de manera diferente debido a estos llamados divisiones. El no escoger basa en estas líneas de separación que sacamos. Él nos ama a todos. Jesús habló acerca de cómo una casa dividida no podía soportar. Todos debemos tomar sus palabras en serio y comprender que la lucha dentro de una familia provoca malestar y la enemistad que son las herramientas de Satanás; no a Dios. Si uno está sembrando la discordia, nunca es el propósito de Dios para su reino o incluso si esa persona lo dice.

Nuestra experiencia y la vida cristiana debe ser una de amor, la convivencia y la armonía provocado por las cosas que más apreciamos; lo que nos dieron por Dios y nunca merecimos en el primer lugar. Todo lo bueno en nuestras vidas sale de El Creador y nos es dada libremente a causa de su gran amor por nosotros. Para experimentar la bondad debemos primero entender que él es el principio de todo y que hay que presentar para amarlo. A través de este amor mutuo entonces serán reconocidos nuestros más preciosos dones y talentos. Entendiendo que todos somos únicos y es nuestra individualidad que da testimonio de gran amor de Dios por nosotros nos acercará a él para que luego podemos usar nuestros dones en comunión junto a glorificar lo tanto más. Con ello se conseguirá una idea de lo que la plenitud del amor de Dios puede sentirse como.

Juntos. Esa es la palabra clave. A pesar de todas nuestras relaciones con Dios son diferentes y especiales, todos deben venir juntos como uno de expresarnos y expresar el amor perfecto que es Dios.

Diácono Tom

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