DEACON TOM ANTHONY

Saturday, May 7, 2016






MIS HERMANOS Y HERMANAS,

 
Hoy celebramos domingo de la Ascensión, donde, 40 días después de su resurrección, Jesús es llevado al cielo. Una maravillosa manera de reflexionar sobre esto no es mediante la contemplación de que Jesús se fue, pero, a través de su ascensión, todos estamos levantado al cielo con él. San Agustín crea una bella imagen de cómo Jesús, siendo la cabeza, mientras que somos el Cuerpo, nos lleva con él dondequiera que va, porque la cabeza no puede ser separado del cuerpo. Esto se habla en un sentido espiritual y tiene implicaciones muy importantes para nosotros en su conjunto. Cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro salvador entonces estamos unidos eternamente con Él. Él habita en nosotros y entonces se forma y se moldea por su presencia. Comenzamos un proceso de perfección que en última instancia conducir a la alegría inexplicable. Esta alegría comienza aquí y luego continuará por toda la eternidad.

En nuestra vida de fe, la Ascensión se puede ver como una especie de invitación a algo más grande. Cristo nos saca de la oscuridad y hacia arriba en la Luz Eterna de Dios. Allí, a través de la perseverancia y persistencia, podemos permanecer. Él nunca nos abandonará; es imposible hacerlo. La única manera en que podemos romper con él es hacer que la elección de hacerlo por nuestras propias acciones y el pecado. Incluso cuando hacemos esto, Él nos va a esperar a volver con él. Tome un momento para imaginar a nosotros mismos siendo levantado por Cristo. Esto ocurre perpetuamente cuando nos involucramos en el desarrollo de nuestra relación con él. Al igual que en todas las relaciones, habrá ocasiones en las que se cuela por las fuerzas internas y externas. Habrá períodos de ira, frustración y rechazo. Vamos a negarse a hablar con él. Nosotros realmente odiarlo periódicamente. Tiempos como estos se pueden describir mejor como volver a caer a la tierra y en la oscuridad. Al darse cuenta de las implicaciones de esto nos permite ver que Cristo está todavía allí. Él extiende Su mano a nosotros para que podamos tomarlo y comenzar la ascensión a algo más grande una vez más. Él siempre está ahí, incluso en los momentos más oscuros.

La ascensión más nos dice que esta vida física en la tierra es sólo el principio y no es nuestro fin último. Se nos invita a seguir a Cristo donde quiera que vaya y eso significa que nuestro destino es uno en el mismo con el suyo. Somos levantados con él y luego se transforman con él ahora y para siempre. A través de este viaje, nos sentimos alentados e inspirados por la presencia del Espíritu Santo que nos consume con el Amor de Dios y nos lleva hacia adelante al Padre. Es a través de este proceso que experimentamos la Santa Trinidad. Este es nuestro camino de fe y de viaje a una relación más profunda con Dios.

Jesucristo en nuestras vidas tiene la capacidad y el poder hacernos resucitar a los mayores niveles de éxito y experiencias. Se nos anima a despedir a todos los deseos mundanos que nos rodean y amenazan constantemente para destruirnos. Jesucristo nos quiere aceptar y participar en algo mucho mejor. Así es la vida con la Santa Trinidad a través de él y en él.

DEACON TOM

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