DEACON TOM ANTHONY

Sunday, May 15, 2016







MIS HERMANOS Y HERMANAS,

 Debemos recordar siempre que el Espíritu Santo, que es el amor de Dios, habita en nosotros. Hemos sido creados a su imagen y, por eso, siempre vamos a ser parte de él. Dios nos ama. Este hecho no puede cambiar nunca. Sea cual sea retos que enfrentamos, hagamos lo que hagamos, Dios siempre estará ahí para guiarnos a través de esta vida nuestra. El Espíritu Santo nos ofrece la esperanza, reconciliación y una experiencia transformadora más allá de lo que podríamos imaginar. Pablo nos dice en su Carta a los Corintios que la manifestación del espíritu se da a cada uno de nosotros individualmente para algún tipo de beneficio. Este beneficio es único en la naturaleza en base a lo que Dios quiere para nosotros y nuestro viaje individual de la fe. Depende de nosotros para explorar nuestra relación con Dios para descubrir el tipo de regalo que se le dio.

Todos somos especiales. Todos somos diferentes de una manera maravillosa. Debido a que no somos los mismos no serán tratados por el mismo Dios. También vamos a tener diferentes expectativas establecidas. Debemos preguntarnos: "¿Qué quiere Dios de mí?" Al igual que cuando Andrés y Juan comenzaron a seguir a Jesús cuando se les reveló que él era el Cordero de Dios. Jesús se volvió a ellos y les preguntó, "¿Qué estás buscando?" Dios está constantemente haciendo la misma pregunta. Venimos a Él rota e incompleta, sin embargo, estamos naturalmente atraídos por la presencia de su amor. entonces tenemos el reto de dejar que nos forman y nos cambie en una nueva creación abrir más las compuertas de su amor.

Durante gran parte de nuestras vidas nos hemos mantenido separado de una relación completa con Dios. Esto es culpa nuestra y tenemos que preguntarnos qué nos impide experimentar la alegría incomparable de una vida con él. Por tanto, debemos eliminar estas influencias que en última instancia destruirnos. Este es un ejercicio espiritual continua que nos será de gran beneficio. Debería convertirse en una parte fundamental de nuestras vidas. Se puede definir como una relación de trabajo con Dios. Mientras nos concentramos en ella, habrá frutos espirituales. La Sagrada Escritura, la oración, y un reconocimiento de la presencia de Dios actuar como un mapa hacia la alegría y propósito.

Todos tenemos la tendencia a volverse a Dios más fácilmente cuando estamos en crisis. Esto es bueno, pero no podemos olvidar de mantener esa relación con Él cuando las cosas se ponen mejor. El orgullo nos atrae lejos de una relación completa con Él, una relación que se basa en el amor y un continuo crecimiento espiritual. Estamos forjado y fortalecido en tiempos de prueba y tribulación. Desde esos tiempos, que se moldean en una nueva creación. Es a partir de ahí que nuestro propósito con la presencia del Espíritu Santo puede ser revelado. Toda nuestra vida debe ser una revelación del Espíritu. Definitivamente tenemos un beneficio con Dios en nuestras vidas. Cuanto más reconocemos esto y lo abrazan, más este beneficio se dará a conocer a nosotros.

DEACON TOM

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