DEACON TOM ANTHONY

Sunday, August 5, 2018







XVIII Domingo ordinario
Leccionario: 113

Primera lectura

Ex16, 2-4. 12-15
En aquellos días, toda la comunidad de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo: "Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud".

Entonces dijo el Señor a Moisés: "Voy a hacer que llueva pan del cielo. Que el pueblo salga a recoger cada día lo que necesita, pues quiero probar si guarda mi ley o no. He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles de parte mía: 'Por la tarde comerán carne y por la mañana se hartarán de pan, para que sepan que yo soy el Señor, su Dios' ".

Aquella misma tarde, una bandada de codornices cubrió el campamento. A la mañana siguiente había en torno a él una capa de rocío que, al evaporarse, dejó el suelo cubierto con una especie de polvo blanco semejante a la escarcha. Al ver eso, los israelitas se dijeron unos a otros: "¿Qué es esto?", pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: "Éste es el pan que el Señor les da por alimento".


Salmo Responsorial

Salmo 77, 3 y 4bc. 23-24. 25 y 54
R. (24b) El Señor les dio pan del cielo.
Cuanto hemos escuchado y conocemos
del poder del Señor y de su gloria,
cuanto nos han narrado nuestros padres,
nuestros hijos lo oirán de nuestra boca.
R. El Señor les dio pan del cielo.
A las nubes mandó desde lo alto
que abrieran las compuertas de los cielos;
hizo llover maná sobre su pueblo,
trigo celeste envió como alimento.
R. El Señor les dio pan del cielo.
Así el hombre comió pan de los ángeles;
Dios le dio de comer en abundancia
y luego los condujo hasta la tierra
y el monte que su diestra conquistara.
R. El Señor les dio pan del cielo.

Segunda lectura

Ef 4, 17. 20-24

Hermanos: Declaro y doy testimonio en el Señor, de que no deben ustedes vivir como los paganos, que proceden conforme a lo vano de sus criterios. Esto no es lo que ustedes han aprendido de Cristo; han oído hablar de él y en él han sido adoctrinados, conforme a la verdad de Jesús. Él les ha enseñado a abandonar su antiguo modo de vivir, ese viejo yo, corrompido por deseos de placer.

Dejen que el Espíritu renueve su mente y revístanse del nuevo yo, creado a imagen de Dios, en la justicia y en la santidad de la verdad.


Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 4b
R. Aleluya, aleluya.
No sólo de pan vive el hombre,
sino también de toda palabra
que sale de la boca de Dios.
R. Aleluya.


Evangelio

Jn 6, 24-35
En aquel tiempo, cuando la gente vio que en aquella parte del lago no estaban Jesús ni sus discípulos, se embarcaron y fueron a Cafarnaúm para buscar a Jesús.

Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste acá?" Jesús les contestó: "Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse. No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo del hombre; porque a éste, el Padre Dios lo ha marcado con su sello".

Ellos le dijeron: "¿Qué necesitamos para llevar a cabo las obras de Dios?" Respondió Jesús: "La obra de Dios consiste en que crean en aquel a quien él ha enviado". Entonces la gente le preguntó a Jesús: "¿Qué signo vas a realizar tú, para que la veamos y podamos creerte? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo".

Jesús les respondió: "Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo".

Entonces le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan". Jesús les contestó: "Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed".

MIS HERMANOS Y HERMANAS,

 
Como cristianos, tenemos el desafío de creer todo lo que Jesucristo ha dicho y lo que está escrito en la Sagrada Escritura. Es a través de las palabras de Dios que recibimos sabiduría, consuelo e instrucción para llevar nuestras vidas a un estado de realización y alegría. A veces es fácil elegir lo que creemos y descartar aquello con lo que no estamos de acuerdo. Esto es un subproducto de nuestro orgullo y nuestra rebelión. No puede haber nada de esto si realmente queremos unirnos a Jesús y vivir una experiencia transformativa diariamente como resultado. Las Palabras de Dios deben ser ingeridas, saboreadas y experimentadas con el mismo celo que perseguimos los deseos físicos y mentales en nuestras vidas que nos llevaron a muchos de nosotros al punto de ruptura.
En la lectura de las Escrituras de hoy, el pueblo judío estaba hambriento y exigía comida. Lamentaron cómo habían salido de Egipto, donde recordaron cómo estaban bien alimentados y no enfrentaban las condiciones en las que actualmente se enfrentan. Buscaron comida para satisfacer sus impulsos físicos sin tener en cuenta su espiritualidad y su relación especial con Dios. Dios, por su parte, no olvidó su relación con los judíos y les dio lo que necesitaban. También nosotros siempre corremos el peligro de olvidar nuestra relación especial con Dios a favor de la satisfacción física y mental. Esto, la mayoría de las veces, puede llevarnos por mal camino y a un patrón de pecado y quebrantamiento. Dios nunca nos olvidará Somos nosotros los que olvidamos a Dios.

Como cristianos, se nos anima a entregar todo a Jesucristo. Se nos dice que Él nos proporcionará todo lo que necesitamos en esta vida para que nos sostenga si lo invitamos a la experiencia. Centrándonos en nuestra espiritualidad primero y nuestra relación con Él con producir cambios profundos en nuestra perspectiva y la forma en que percibimos el mundo. Lo que era importante antes, especialmente las cosas materiales, ya no importará mientras disminuyan las ansiedades de la vida diaria. En la lectura del Evangelio de hoy, Jesús les recuerda a las personas que fueron alimentados y provistos físicamente y que ahora tenían la oportunidad de nutrirse mental y espiritualmente. Nada debía faltar por medio de Él. Todos fueron animados a no enfocarse en las necesidades físicas y el deseo del mundo, porque debían ser provistos. Era lo que es eterno, Jesucristo, que debería preceder a todo lo demás.

Nuestro tiempo en esta tierra y en la Creación de Dios es limitado. No es más que una mera fase en nuestra existencia. Importante que es, hay mucho más que esperar y experimentar. Estar en una relación positiva y abierta con Jesucristo nos permite mirar más allá de los pensamientos y deseos del mundo físico. Jesucristo está presente a través de esta creación y para participar en ella correctamente, Él debe ser un foco central de nuestros pensamientos y acciones. Cuando hacemos esto, entonces somos alimentados espiritualmente, nutridos completamente a través de Sus palabras y Su presencia. Estar con Jesús nos permite estar completamente satisfechos en todo lo que hacemos.

Estar abierto a Jesucristo y rendirse a Él son los primeros pasos para una vida alegre y una que Dios tenía para nosotros. Lo que Él dice y lo que se nos revela a través de nuestra vida de fe no debe abordarse con aprensión. En cambio, se debe abordar con aceptación. Como cristianos, creemos y sabemos que Jesucristo es el Hijo de Dios. Es a través de Él que vamos al Padre. El Espíritu Santo nos permite sentir su amor por nosotros y beneficiarnos de la experiencia. El viaje se convierte en el destino. Las únicas luchas que tendremos serán aquellas que provoquemos en nosotros mismos. Dejar ir nuestro orgullo y prejuicios es la clave para un amor y una vida que solo hemos podido imaginar antes. Una vida con y para nuestro Creador.

Diácono Tom.

Diácono Tom





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