DEACON TOM ANTHONY

Sunday, April 14, 2013


"Te alabamos Señor porque me has rescatado".

 En efecto, Cristo ha rescatado a todos nosotros a través de su sacrificio eterno y la Divina Misericordia derramando sobre todos nosotros. A medida que la primavera venga sobre nosotros, así que tiene la resurrección y la glorificación de todos nosotros. Sí, Cristo también nos ha glorificado como sus hijos. ¡Qué maravilloso y hermoso es eso? Él está siempre con nosotros, independientemente de lo que decimos y hacemos. En nuestros momentos más oscuros que está allí nos guía a través de ellos. Me acordé de esto hoy en día como lo fue testigo de la salida del sol más espectacular, la fracción cuarta parte de la madrugada. El mundo estaba en silencio. El cielo estaba nublado. No había coches en la carretera esta mañana excepto por el mío. Todo lo que tenía que hacer hoy, no importa lo ocupado que iba a ser, yo tenía este increíble momento que me hizo darme cuenta de lo mucho que amaba a mis hijos, mi familia y mi vocación. Sí, Señor, que soy un pecador y no soy perfecto, sin embargo, me lave tanto que me dio este comienzo perfecto para un día glorioso. Yo no podía dejar de compararlo con el día de la resurrección. ¿Sería lo mismo? Sólo de esta manera? Un silencio ensordecedor cubriendo el mundo, dando a entender que algo maravilloso iba a suceder?

Se nos promete una experiencia de fe muy parecido a éste todos los días si sólo reconocemos la creación de Dios y de nuestro lugar en él. Mantener Dios el centro de nuestra vida es importante para nuestra verdadera felicidad y alegría. Siempre existe la amenaza de que esta toma de conciencia se nubla por las demandas y la estructura de la sociedad. Dentro de la sociedad, no hay intento de poner todo en su lugar y etiquetar las cosas particulares. Se nos pide que llevar sobre nuestros deberes sin tener en cuenta a Dios, poniendo expectativas particulares por encima y más allá de nuestra salud espiritual. Somos insensibles al hecho de que hay personas que sufren y perjudicando a nuestro alrededor. La persona individual se olvida en favor de una visión más amplia. Podemos llegar a ser a la deriva en términos generales, mientras que los ojos de un niño son olvidados. Al otro lado del mundo, una crisis internacional que se avecina en Corea del Norte que puede tener implicaciones para todos nosotros. Sin embargo, debemos recordar que hay también un pequeño niño de diez años, Corea del Norte, abandonado por sus padres en la ciudad capital. Él está solo, no puede caminar porque está muriendo de hambre y no tiene adónde ir. Lleva una chaqueta militar viejo como él lucha para mantener el calor. Se está muriendo, si no está ya muerto, mientras que el Ejército de Corea del Norte cargas de hasta arroz en camiones cerca. Mientras tanto, la gente camina por él como si no existe. Debemos reconocer que existe igual que existen tantos otros niños de todo el mundo que sufren la misma suerte.
  

Se nos anima a lograr una mayor conciencia de la belleza del mundo y de las imperfecciones que ofrece. No somos perfectos tanto, el mundo no es perfecto. En ese caso, debemos hacer lo que podamos para influir y cambiar la vida de un individuo para la mayor gloria de Dios y de su reino aquí en la tierra. Es una comisión que nos fue dada por Jesucristo. Jesús nos recuerda que los enfermos y los que sufren son bendecidos por cierto. Se siente su dolor y anhela ponerle fin a través de la intercesión de nosotros. Porque cuando interceder en su favor, también nosotros curados. Es por eso que se siente bien cuando lo hacemos bien. Por lo tanto, si se siente bien hacer actos de caridad y la obra de Cristo, ¿por qué no lo hacemos todo el tiempo? Podemos. Si sólo mantener a Dios en el centro de nuestras vidas. Cada acción y cada acción se convierte en una ejemplificación de él.

La visión descrita en el Libro de la Revelación (Apocalipsis 5:11-14) nos ofrece una visión de la unidad y de la glorificación de Cristo en la Eucaristía. Cuando celebramos la misa, somos partícipes de ese momento maravilloso. Todos estamos invitados a participar en ese momento singular que une a todos nosotros por toda la eternidad. Entonces somos capaces de asumir ese momento y permitir que esto afecte nuestra semana entera antes de que nos reunamos de nuevo a consumir ese alimento espiritual que nos manda a nuestro Salvador. Lo que celebramos aquí nos unifica con todos en todo el mundo: los que están detrás muros de la prisión y los que han construido muros alrededor de sí mismos a través de la tragedia, el dolor, el sufrimiento y crisis.

Nadie está realmente perdido. Todo el mundo se enfrenta a sus propios problemas, pecados, y los obstáculos para la mayor gloria. Somos enviados a evangelizar la fe y rescatar a aquellos que han perdido su camino con la compasión y el amor. Independientemente de dónde nos encontramos que tenemos la capacidad de hacer una diferencia. Guardar una persona, dándole una esperanza persona y del amor, que muestra a una persona el camino hacia la verdad y el amor anula una multitud de pecados. Nos enteramos de esto a través de la Carta de Santiago. Al salvar a alguien que estamos verdaderamente nosotros mismos ahorro en el proceso.

Diácono Tom

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